
Contar con conocimientos en educación financiera es clave para lograr una buena organización personal y evitar problemas que pueden afectar seriamente nuestra economía. Saber cómo manejar el dinero, planificar los gastos o entender conceptos como la tasa de interés puede marcar una diferencia significativa en nuestra calidad de vida.
Ignorar estos principios puede llevarnos a perder una parte considerable de nuestros ingresos cada año. De hecho, la falta de educación financiera puede representar una pérdida de hasta el 30% de los ingresos anuales, y en los peores casos, incluso superar el 70 u 80%.
Una herramienta que no se enseña, pero que todos necesitamos
Pese a su relevancia, la educación financiera no suele formar parte del currículo escolar o universitario, a menos que se curse una carrera especializada en finanzas o economía. Sin embargo, cualquier persona puede aprender por su cuenta y adquirir las herramientas necesarias para tomar decisiones más acertadas con su dinero.
Según un estudio de Standard and Poor’s, solo tres de cada diez adultos en América Latina tiene conocimientos sólidos sobre finanzas personales. En contraste, en regiones como Europa, este porcentaje asciende a seis de cada diez, lo que evidencia una importante brecha en el conocimiento financiero a nivel global.
Por su parte, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) define la educación financiera como un proceso mediante el cual las personas comprenden mejor los productos financieros, los conceptos económicos y los riesgos asociados, con el objetivo de desarrollar la confianza y las habilidades necesarias para tomar decisiones que beneficien su bienestar económico.
Consecuencias de no contar con educación financiera
La falta de conocimientos financieros no solo afecta al individuo. A gran escala, puede impactar negativamente en la economía de un país. Cuando las personas no entienden cómo funcionan los préstamos, las tasas de interés o el crédito, es más probable que caigan en ciclos de endeudamiento del que no puedan salir. Esto también afecta a las entidades financieras, que enfrentan dificultades para recuperar lo prestado.
Algunas de las consecuencias más comunes de la falta de educación financiera son:
- Acumulación de deudas por desconocer cómo funcionan los intereses o las condiciones de pago de los préstamos.
- Estrés y ansiedad derivados de la incapacidad para afrontar las obligaciones financieras mensuales.
- Inestabilidad económica sostenida, por tomar decisiones sin comprender su impacto a mediano o largo plazo.
- Falta de planificación presupuestaria, lo que puede generar gastos excesivos o la imposibilidad de cubrir necesidades básicas.
- Incapacidad para afrontar imprevistos, al no contar con ahorros o fondos de emergencia.
Una habilidad necesaria para todos
Aprender a manejar correctamente el dinero no debería ser una opción, sino una necesidad. La educación financiera permite a las personas tomar decisiones con mayor seguridad, evitar errores comunes y estar mejor preparados para cualquier situación económica que pueda surgir.
Ya sea que se trate de administrar el presupuesto del hogar, comenzar un emprendimiento o simplemente saber cómo ahorrar, contar con conocimientos financieros básicos puede marcar una diferencia decisiva en la vida de cualquier persona.